sábado, 26 de mayo de 2012

Mi viaje a Budapest


Tengo una amiga que en Junio se va a Budapest y, al comentarlo  me ha recordado mi viaje que realicé en  Diciembre 2009. 

La primera vez que oí hablar de Budapest, fue en el programa Un, Dos, Tres,  era yo una enana, y ahora, más de 20 años después y, justo cuando más frío hace, tenemos vuelo  para ir a visitar esta ciudad. Mi primera información sobre la ciudad es que está dividida por el río Danubio, en Buda y Pest,  y conectadas por 9 puentes. Buda la vieja ciudad, el casco histórico, sobre la colina, donde se sitúa  el barrio del Castillo  o la Colina de Várhegy, en el cual se encuentran algunos de los  monumentos históricos más importantes y Pest que está reconocida como la zona comercial y de ocio. La zona más activa del centro de Pest  está localizada en las avenidas Kossuth-Rakoczi y los Boulevares (Korut), allí, a lo largo de su recorrido se pueden  encontrar  comercios, desde anticuarios, galerías de arte, casas de alta costura, joyerías, restaurantes, etc. Merece destacar además la peatonal Vaci Utca, con cafés y lugares elegantes donde se pueden degustar platos locales e internacionales. La más señorial de las avenidas de Pest es la Diagonal Andrassy, sobre la que se localizan los hoteles elegantes y las embajadas. Tiene unos 2 km de largo y finaliza su recorrido en la Plaza de los Héroes.

Pues vamos allá, aunque en estos días ha llegado España  una ola de frío siberiano, y no quiero ni pensar lo que allí nos vamos a encontrar, si aquí, con una  temperatura de 10º sobre cero, hace un frío que pela,  que será una temperatura de  10º bajo cero? Cerca de Rusia¡¡ En fin habría tiempo para ir….

El jueves 17 de Diciembre 2009, desde Málaga,  vía Barcelona, a las 20:00 hrs., despegamos en el avión de Spanair para hacer noche en Barcelona, nos alojamos en el NH Sant Boi, ya que el vuelo, para nuestro destino, sale a la mañana siguiente, bien tempranito: a las  7:50 a.m.,  esta vez con la compañía Luftansa, hacia el aeropuerto de Ferihegy.

En el aeropuerto Ferihegy es fácil orientarse y recurrimos al servicio de  Shuttle para trasladarnos a la ciudad, que funcionó divinamente ya que en poco más de una hora de recorrido por nevadas carreteras estábamos en el Hotel NH Budapest, situado a escasos metros del teatro Vigszínház. Antes y, justo al lado de un mostrador de la compañía de lanzaderas, efectuamos un cambio de monedas, por aquello de tener algún dinerín local para afrontar los primeros gastos.

Tan pronto soltamos las maletas en las habitaciones, salimos disparados a la calle, teníamos que aprovechar la primera tarde y nos fuimos a patear la ciudad. La primera impresión: mucho frío, y que sucia estaba la calle,  había nevado la noche anterior y, habían acumulado montones de nieve en las aceras para despejar la carretera y la nieve, con la polución de los coches, se veía negra, que decepción.

A medida que recorríamos las calles en dirección al centro  histórico,  llegando al puente de las cadenas, mi opinión cambió totalmente, que bonito, estaba todo iluminado, la nieve perfilando el camino, y la melena de los leones que presiden el puente totalmente blanca, de verdad de cuento, eso sí, hacía un frío, no sabemos si acentuado aún mas por la cercanía del río.

En la plaza Kossuit, al lado del Parlamento, que nos recordó al parlamento inglés, había unas casitas de maderas, todas decoradas con motivos navideños con mucho encanto y allí tomamos el típico vino caliente, para entrar en calor, estaba bien especiado y buenísimo, también pudimos empezar disfrutando  de una muestra gastronómica del lugar, el famoso Gulash, éste llevaba judías negras y, unos dulces, tipo brazo gitano, relleno de una pasta de pasas, creo que se llama "somlói galuska" buenísima tanto la comida como los dulces, ricos, ricos de verdad.


Que  frío hacía, íbamos totalmente encartonados, con ropa térmica debajo de la ropa, abrigos, gorros, bufandas, guantes, casi no nos podíamos mover,  a ver quién era el guapo que se quitaba el guante para hacer fotos, la mano se te quedaba muerta, no exagero….


Continuando por el margen del río, se aprecia la parte de la orilla de Buda, la otra parte, que bien lo  estábamos pasando, ya  de noche (allí oscurece muy pronto) llegamos a la plaza Vörösmarty, la famosa plaza que estaba toda superanimada,  montones de puestecitos engalanados con decoración navideña,  puestos con comida, ropa, artesanía, música, gente bailando el típico baile húngaro, coros cantando en directo, un árbol de navidad enorme  muy bien decorado,  pronto pudimos descubrir, que no solo esa plaza estaba decorada, había árboles de navidad en todas las calles, no he visto algo igual, fue de película, es que la Navidad es tan bonita¡¡ Y el vino caliente especiado, como entraba, nunca he tomado tanto y tan bueno, sería por el frío, esto te ayudaba…. Compramos un dulce que estaban haciendo al carbón, que nos recordó el sabor del dulce japonesa típica de aquí, pero no se parece en nada, está doradito, es como un rulo y, como no, calentito.  También compré adornos para el árbol totalmente artesanales y con un perfume a especias delicioso. Como olía todo, la comida con una pinta buenísima se te apetecía todo.


Allí mismo, la cafetería Gerbaud, es la más emblemática de la ciudad, es impresionante, parece un palacio, con tanto dorado, lámparas de araña, sus alfombras, totalmente princesil. Y su chocolate caliente,  con los dulces típicos, no nos quedo ninguno por probar, que bueno, los niños disfrutaron como enanos, y yo también, lo bien que sienta¡¡. El chocolate caliente lo ponen en muchos sitios y tengo que decir que está buenísimo no tiene que envidiar al de Bélgica.


Después de ambular por calles, y poner nuestras piernas a prueba, a todos sitios fuimos andando para poder ver todo al máximo, estábamos agotados, un día largo e intenso, con muchas emociones, habíamos probado de todo y el frío al lado del Danubio se notaba aún más, decidimos volver al Hotel, llegando a duras penas, las piernas ya no respondían, los niños  directamente a dormir, nosotros, apuramos un poco más y pasamos por la cafetería del hotel para reconfortarnos con una sopita  y una tortilla especial.


A la siguiente mañana, el termómetro de la ciudad marcaba -4º, ¡¡menos cuatro¡¡ nunca he visto eso, creo que ni cuando fui a esquiar a Sierra Nevada, había caído nieve durante toda la noche y, los coches aparecieron todos nevados, a nosotros nos parecía demasiado, haciéndonos fotos a cada instante.
Seguimos nuestro recorrido pasando por  la Basílica de San Esteban, donde pudimos ver la mano momificada del santo, algo no muy atractivo de ver, pero lo arreglamos haciendo bolas de nieve, algunos más bien eran pedruscos, en la plaza que estaba congelada y también decorada con motivos navideños. Los niños aprovecharon para lanzárselas uno a otros. Esto dió motivo para abrir el apetito y,  aunque habíamos repuesto energías con un espléndido desayuno en el Hotel, no pudimos rechazar la tentación al pasar por una cafetería y  tomar un rico chocolate caliente con una especie de magdalenas del lugar, rellenas de chocolate fundido, una auténtica bomba¡¡ El chocolate se apetece mucho, tan calentito…..



Después la Opera, que nos quedamos con ganas de entrar a uno de sus espectáculos, pero los horarios no nos cuadraban, había que elegir. Pasamos la Sinagoga, un edificio muy bonito, llegamos hasta el Mercado Central, no sin antes quedarnos impresionados con la inmensa nevada que nos empezó a caer, oh¡¡ que bonito¡¡ El mercado es muy colorista, con un montón de puestos de especies, embutidos, frutas, etc.. Por supuesto probamos sus famosos dulces, todos estaban riquísimos. Comimos allí mismo, en un sitio muy típico, tipo bufe, y no vean como te llenaban el plano, raciones generosas, uf que lote¡  nos ha encantado.






No es que se haya estropeado la cámara, son los copitos de nieve.....


Ese día también teníamos reservada entrada para los baños, aunque estábamos a -10º.. Budapest es una de las ciudades que más manantiales dispone, y esto hace que en ella se encuentre una cantidad de populares balnearios, oh, que maravilla, que gozada, si te quieres relajar, eso si que es único. Fuimos en metro, con nuestras mochilitas cargaditas con las toallitas que amablemente nos había cedido el Hotel, al Balneario Széchenyi. El edificio en sí, precioso, los baños un gustazo, tiene piscina también en el exterior, el agua totalmente calentita, una delicia introducirse en ella, tuvimos la valentía de salir a la intemperie y bañarnos en sus piscinas exteriores, que entre los vapores que desprendía el agua, lo oscuro que estaba  y la nevada que estaba cayendo, fue una  experiencia única,  también lo fue a la hora de salir del agua, a ver quién era el valiente¡¡ Tuvimos que ponernos las “chanclas”  y al pasar por la nieve para ir a recoger las toallas, la nieve se nos metía en los talones, no vea que fresquita, después de haber estado en agua tan calentita, parecíamos “Chiquito” de los respingos que pegábamos. Otra vez dentro en el interior que gozo¡¡ Y que risas….



Después de los baños nos fuimos a buscar el restaurante “Fatal” que según habíamos leído en Internet estaba muy bien. No nos aclarábamos para encontrarlo y tuvimos que preguntar, aunque la gente no es, como diría, muy abierta, ya lo habíamos leído, la gente es muy callada y muy seria, pero al ciudadano que le preguntamos se volcó totalmente, hasta se saltó su parada de metro por tal de acompañarnos hasta la misma calle. Ahora bien, cuando llegamos al restaurante, decepción total, los camareros muy antipáticos, nos sentamos y preguntamos si le podíamos pagar con € o Visa, ya que nos dimos cuenta de que íbamos cortos de su moneda y, los cajeros allí no florecen por doquier, no me veas la reacción que tuvieron, que mal les sentó. Fue decepcionante, después de lo relajados que nos habíamos quedado en los baños y la  “pechá” de andar que nos tuvimos que dar hasta encontrar el dichoso restaurante porque a  “una que yo conozco se le antojó”, fue agotador. Al final tuvimos que improvisar y buscar otro restaurante ya desesperados para cenar. Bueno no pasa nada, otra anécdota más. Sólo hay que tomar nota, la próxima vez llevar un cargamento de Florines, pues con esa moneda no sabes cuando te quedas corto. Comimos muy bien en un turco. La comida por lo general suele estar buena, sabrosa y especiada, así que no hay problema, el problema es que cierran temprano; nosotros que estamos acostumbrados a cenar tarde.

A la mañana siguiente fuimos a los baños para verlos con luz de día y, todavía nos sobresalta aún más el edificio y su entorno que la noche anterior. Como se nos hundía los pies al andar en la nieve. De cuento.

Cerca de los baños está el Castillo Vajdahunyad, por lo visto una copia al Castillo de Drácula en Transilvania, impresiona de verdad,  parece muy misterioso, con los árboles sin hojas, solo sus siniestras ramas cubiertas de nieve. Todo su alrededor cubierto de nieve,  se hace una pista de patinaje en uno de sus lados.

Tanta nieve que, algunos, solo se atreven a asomar lo ojillos.


De allí a la próxima Plaza de los Héroes, una de las más importantes de Budapest. En el centro se encuentra el monumento milenario con estatuas de representantes de la historia húngara.

En la avenida Ambassy accedemos al metro que nos llevará a la  parte de Buda la que más me gustó, las vistas de esta parte son preciosas y más aún, por fin sale el sol, aunque no calentaba mucho. Así  que tuvimos que hacernos con  un buen chocolate caliente y unos crepes para entrar en calor, deliciosos. Se aprecian unas vistas preciosas al Parlamento, ahora desde la  otra parte, divida por el Danubio por el cual navega,  un original autobús anfibio.



El Bastión de Los Pesacadores, es tan medieval, con su siete Torres y sus murallas blancas, parece sacado de un cuento de hadas, como si en cualquier momento te fuese a salir una dama medieval. En el centro, la estatua de San Esteban. Desde sus esbeltos torreones puedes apreciar unas vistas increíbles hacia Pest. Allí mismo la Iglesia San Matías, la cual no pudimos visitar porque estaba en reparación. De camino al Bastión, los más pequeños no pudieron resistirse a hacer  angelitos en medio de la nieve, había tanta nieve que ni los escalones se distinguían.

En la plaza Clark Adam, tomamos el funicular para subir al Castillo de Buda, ya que está en la colina arriba,  cuesta arriba, para bajar, sí lo hicimos andando hasta su monumento al kilómetro “0”.
Dirección Gellert menuda colina tuvimos que remontar, alguna se llevó algún que otro “culazo” pero que maravilla cuando llegamos arriba, las vistas de la ciudadela impresionantes, lo único que ya estábamos desfallecidos y lo que más queríamos era comer¡ Y que bien, en la misma fortaleza el restaurante  “Citadella   étterem,”  de estilo medieval, con armadura en la entrada, donde claro ésta todos nos hicimos una fotito, y en el interior arcos de piedra que le daban un ambiente acogedor, la comida sublime, deliciosa y con mucho gusto presentada, así ya recargados de energía pudimos bajar y casi nos pilló la noche en el puente de Elizabeth, el de la Emperatriz.


Como colofón, hicimos un crucerito por el Danubio, con cena incluida,  fue increíble, amenizado por un grupo de violinistas, buena comida, el famoso Gulash, de distintas maneras preparado y un aceptable tinto húngaro. Lo mejor, el grupo de violinistas que ameniza la velada, tocando melodías conocidas, a petición de los comensales,  y allá que estábamos nosotros con el Viva España de Manolo Escobar, seguido por Granada…estábamos encantados, mientras, el barco sigiloso recorría el Danubio, fuera en la fría noche, las luces iluminaban los monumentos más emblemáticos de la ciudad.  O era el frio, o la luces tenues, la música o el vino… no lo sé, el caso es que todo era precioso y muy romántico.


Nuestro regreso agotador, pero con muy buen sabor de boca por este viaje con tanto encanto, tan blanco y tan frío, si pensamos en una estampa navideña este sería sin lugar a dudas, ha sido más especial por poder visitar está ciudad en esta época del año.

Pudimos ver desde el avión  como otros aeropuertos de Europa estaban totalmente nevados, fuimos afortunados que nuestro vuelo no se retrasara, aunque a punto estuvimos de no poder despegar pues las hélices se estaban congelando. Luego oímos en las noticias que por la tarde se cancelaron los vuelos desde Frankfurt por las altas nevadas. Menos mal¡¡¡


Que lo disfrutes¡¡

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