martes, 19 de junio de 2012

Solidaria


Hace mucho tiempo, mucho tiempo ya, a una niña le llegó un panfleto con un dibujo de una muñequita en blanco y negro que decía “solidaria” pero ella no sabía de quién se trababa, pues …..

En aquel entonces, el pueblo donde vivía la niña, era muy pequeño, tan pequeño que parecía una aldea, tan solo había dos tiendas, las grandes tiendas que tenían de todo, como ella las conocía era “la botica” y el estanco de “maripepa”, Ahí se compraba de “to”, pero ahí no había ninguna información. Y dado que, tan solo en ocasiones muy, muy especiales, era cuando cogían el “portillo” para ir a otra ciudad,  así se le llamaban al autobús que pasaba en aquel entonces por su pueblo, o también tomaban la  empresa” ésta sólo pasaba una vez al día, bien tempranito,  no teniendo nada que celebrar, se quedaría sin viajar a la gran ciudad,  teniéndose que conformar sin poder satisfacer su curiosidad. En su pueblo casi nadie tenia coche,  ni casi nadie tenia TV, y mucho menos Internet, es que eso ni existía, así que no se pudo enterar de quién era la muñequita, allí casi no se enteraban de nada, aunque claro historias, lo que se dicen historias, no le faltaban, para ello  tenían a “SeñaAna” que contaba historias de fantasmas, de  “espantos” y claro las espantaba, o eso es lo que llegó a deducir de mayor, pero a esas edades la curiosidad era infinita y picaba, digo si picaba, deseosas de que le contaran esas historias fantasmagóricas, cada noche y, al no disponer de nada mejor que hacer, después de cenar subían a casa de la vecina, ella, su hermana, su prima Ani y, una amiga sordomuda que tenían, llamada Carmela, para que les contase historias, donde siempre había un espíritu de uno que había muerto, que se le aparecía a alguien que no había cumplido una promesa, o el mismo espíritu que no había cumplido su promesa en vida y no podía descansar en paz haciendo sus impresionantes apariciones, arrastrando cadenas, apagando velas, susurrando y helándote la sangre. Historias en definitivas de fantasmas, parecidas a cualquier película de miedo, porque, si eso lo pillara Alfred Hitchcock, no  veas el tirón que sacaba, pero aquellas eran más reales, tenían más emoción, a ellas les parecía que lo estaban viviendo en directo y lo sufrían en sus propias carnes, la imaginación era infinita, máxime a esa edad; mentes totalmente limpias e inocentes sin adulterar, sin apenas información y con un “yuyo” en el cuerpo, peor que el de Scooby Doo …ya que al terminar el relato y tener que volver a su casa, el miedo que las inundaba era tan grande y tan aterrador que se apoderaba de ellas, sintiendo el crujir de cadenas acercándose a ellas y murmullos a su alrededor, en medio del silencio de la noche, volviendo a casa “acojonadas” las niñas, pequeñas inocentes, con sus piernecitas cortitas y regordetas, habían estado oyendo esas historias de fantasma toda la noche, dejando volar su imaginacion .., y como no se sabe porque, pero los fantasmas espera siempre a la noche para aparecer, ellas lo sentían ya, los ojos como platos, las orejas  tiesa como  los lobos, esa noche no pegaban ojo, vamos ni ellas, ni sus padres, que decían aquello tan popular para ellas “estas niñas están chalás” y es que cuando volvían a medianoche, después del relato que le habían puesto los pelos como escarpias, los ojos como las cacerolas del Arguiñano y, Carmela, la chica sordomuda, más alta que las demás, con mucha más fuerza, pegando esos gritos terroríficos, aunque solo se tratase del sigiloso paso de un gato, esos chillidos no eran normales, y ellas corrían más si cabe calle abajo, gritando también a su vez, asustadas de sus propios sonidos, arrastrando el “culete” por las escaleras de gravilla que tenían que bajar, se les hacia eterna, mas larga de lo normal, los escalones se separaban, sus piernas se acortaban, la escalera era interminable, Carmela chillaba sonidos inentendibles y hacia espaviento tirándoles pellizcos, tirándoles de la ropa, zarandeándolas….pero como le podían explicar en aquellos momentos tan negros y oscuros a un sorda-muda que dejara de gritar, que no las agarrara, y a la vez preguntándose todas ellas, pero ¿cómo es posible que esta sorda y muda se hubiese acojonado tanto si no escuchaba…?..... Jamás lo entendieron, el caso es que cuando por fin llegaban a casa, con el corazón  a punto de salírseles por la boca, todas despeinadas,  no quedaba solo ahí el susto, entonces se daban cuenta que los “cucos” así se les llamaba a las bragas cuando eran pequeñas, estaban llenos de agujeritos por haber arrastrado el pompis por los escalones de cemento y los cosquis que se iban a llevar iban a ser menuos¡¡

También estaba “SeñaFrasquita” como todo el mundo la llamaba, lo de “seña” pensaban que se debía a que en su cara tenía un lunar muy grande, vamos como una señal, tan grande que aquello no  parecía un lunar, más bien parecía una paellera con granitos de arroz incluido, y, pensaban, que quizás Seña, venía de “señal”, por lo del lunar, pero luego descubrieron que no era así, que Seña, venía de la abreviatura de “señora” ay, como son los pueblos pensaron….

En fin ésta no contaba historias de miedo, "SeñaFrasquita" daba información referente a la gente, vamos que todo lo aireaba,  sobre todo  lo malo o vergonzoso, era “radiomacuto” todo lo malo de las familias le encantaba contarlo, bueno lo malo según ella, o lo que ella pensaba que era malo, pues hoy en día no se catalogaría así, pero en aquella época que una niña saliese embarazada sin estar casada, era un escándalo, pues bueno ella se encargaba de ir a las casas y proclamarlo:
- Ta enterao?- decía .
- De qué? - preguntaba  la madre de la niña.
- De que la hija de tu cuñá, la mayor, ha salio preñá¡ y no tiene novio ni na¡¡ Jo, como disfrutaba soltando a la familia lo que era una bomba.
Sí, ella era así, le encantaba contar ese tipo de cotilleos como la actual vieja del visillo y así ellas se enteraban de lo último ¡

Pero en fin por donde iba, ah, si, que cayó en las manos de aquella jovencita un panfleto en blanco y negro con una muñequita; y mientras ella siempre había deseado ser: alta y espigada, con una larga y lacia melena rubia, de piernas estiradas, como la Barbie , la muñeca preferida de todas las niñas,   la naturaleza era caprichosa y no atendía peticiones,  ella era todo lo contrario; pelo negro y ondulado,  bajita y regordeta de cortitas piernas y, cuando su madre la pelaba a lo “garçon”, le aparecía en su frente un molesto “caracol” que solo a golpe de secador quedaba algo mejor y, fue a base de esfuerzo y tesón que consiguió un equilibrio con su “yo” y mira tú por donde, en ese folleto, la muñequita que aparecía era más bien bajita, con redondeces, gorditas piernas, con pelo negro y ensortijado, y en su frente unos florecientes y, esta vez a ella le pareció “graciosos bucles de caracol”.


Se llamaba Betty Boop, y en el artículo decía que los soldados americanos la habían elegido como su heroína, siendo solidaria con aquellos hombres que iban a luchar y arriesgar su vida en la guerra, y desde aquel día, la niña decidió que Betty sería su muñeca preferida, ella en su mente, se parecía más a esa morena, que a la estirada de piernas largas y pija de la Barbie, cosas de la edad, mejor irse a lo más cercano, de la Barbie estaba a años luz. Y aunque de eso hace ya una eternidad, de esas historias hace este blog su dedicación,  y ahora que Sandra Ibarra, modelo, actriz y pareja del periodista Juan Ramón Lucas, pero sobre todo, una mujer luchadora y llena de valentía, la ha tomado como icono para la campaña de su fundación contra el cáncer, no he podido dejar pasar la ocasión pues Betty está presente, actualizada, en pleno auge,  siendo la más solidaria de todas, como podéis ver en este bonito y solidario bolso de esta significativa campaña.


Y tú, ¿eres solidaria?





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